martes, 8 de diciembre de 2020

Crisis de diciembre

El 8 diciembre a los 101 días desde la última crisis se despierta mareado, pero después pasa un buen día.

Duerme toda la noche sin mareos y al día siguiente solo tiene mal cuerpo, al igual que el día 10.

El siguiente paso son tres días un poco mareado por la mañana y dos días más con ligeros recuerdos de la crisis.

Debido a la situación mundial nuestro síndrome queda casi en segundo plano. Casi parece menos grave nuestra situación o nuestro sufrimiento comparado con la generalización que ha alcanzado el Covid-19 en nuestro querido y maltratado mundo.

Nuestros hijos al igual que otros que padecen de diferentes enfermedades o síndromes, todos los que han crecido sufriendo por una u otra causa son grandes guerreros dentro del desconcierto humano, ya que la vida les ha enseñado a combatir contra su enfermedad y dejar atrás el egocentrismo que nos caracteriza a la gran mayoría.


sábado, 29 de agosto de 2020

Crisis veraniega

El 29 de agosto a los 104 días desde su última crisis se despierta mareado. 

La crisis anterior le pilló en pleno confinamiento; actualmente seguimos con graves problemas con el Covid 19 complicando la situación colectivos que se rebelan a seguir la normas de seguridad.

El día 30 a las 9 h. vomita, una sola vez. Se pasa la mañana con mal cuerpo y ligeramente mareado, después de comer está bien.

El 31 y el día 1 duerme mucho y se encuentra bastante bien tratándose de días de crisis.

El 2 y el 3 cap baixat, en toda regla, si intenta levantar la cabeza todo le da vueltas y más vueltas 1 duerme mucho y se encuentra bastante bien tratándose de días de crisis.

El 4 parece que va remitiendo, aunque  a ratos está ligeramente indispuesto. Finalmente el día 5 se despierta casi bien.

¡Esta crisis parecía que no se iba a acabar nunca! Tantos años y seguimos con la incógnita sobre este síndrome, haciéndonos las preguntas de siempre y no entendiendo gran parte de su evolución.


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domingo, 17 de mayo de 2020

Crisis durante el confinamiento


El 17 de mayo, después de 117 días de su última crisis ha estado mareado toda la noche, le ha costado mucho levantarse por la mañana y ha estado todo el día con mal cuerpo. Por la noche se toma un diazepan -Hacía mucho tiempo que no recurría a este medicamento, pero también hacía mucho tiempo que el primer día no tenía estas características- Consigue dormir tranquilamente toda la noche y toda la mañana. Se despierta al mediodía, sin prisas, ya que estamos en pleno confinamiento debido al COVID 19, todo el día está decaído y con algún mareo.

El martes 19 sigue con los mismos mareos durante el día al igual que el día 20, 21, el viernes 22 está un poco justo por la mañana, pero poco a poco recupera sus plenas facultades.

Tuvo un aviso hace cosa de un mes, se despertó mareado, pero no fue a más.

Ha sido una época muy peculiar en la vida de todos, para algunos sin estrés y con mucho estrés para otros, con miedo  a esta incomparable situación o a este virus desconocido y mucha incertidumbre en muchos aspectos. A pesar de todas estas incógnitas que hemos vivido estos meses, su crisis ha seguido la misma tónica que en los últimos años, incluso se puede decir que un poco más fuerte ya que empezó más violenta que las anteriores.

viernes, 31 de enero de 2020

Crisis larga y con un vómito


El 31 de enero después de 110 días desde su última crisis se despierta mareado.

El sábado 1 a las diez de la mañana vomita, una sola vez, pero con potencia, el resto del día está bien. Hacía mucho tiempo que no vomitaba en sus crisis, la última vez que lo hizo fue el 8 de junio de 2018

El domingo está bastante bien y como es de esperar el lunes 3 está todo el día mareado igual que el martes. El miércoles 5 va justito y el jueves aún le queda alguna sombra de crisis.

Ha sido una crisis larga y con un vómito, esta vez se le han juntado un poco las  dos cosas. Joan  se va adaptando a estas ligeras y largas crisis en las cuales a la mitad hay una tregua y cuando parece que  el malestar se acaba empieza lo peor, pero son mucho más tolerables, han perdido la violencia o el ímpetu de los años de su infancia o de su adolescencia.